Ensayo: El Capitalismo, los Estados Unidos y América Latina.


El Capitalismo, los Estados Unidos y América Latina.
Fenómeno de dependencia de América latina con el extranjero: desafíos y realidades.


Es de notoria importancia mencionar que los Estados Unidos y América Latina tienen mercados comerciales con valores variables y que las relaciones económicas entre ellos, a pesar de atravesar crisis momentáneas reflejan una dependencia mutua. Por su parte, los Estados Unidos a través de un modelo neoliberal y su economía capitalista ejerce influencias sobre los países socios en el mercado. Dichos mecanismos usualmente tienden a beneficiar al gigante comercial y contribuir poco o nada a los países latinoamericanos. Las interacciones entre las relaciones de materia prima y producción son determinantes en el proceso de globalización que enmarca las relaciones entre las dos regiones. La mayoría de la producción del país norteamericano está estructurado en un modelo de expropiación de recursos en el subcontinente Latinoamericano.  Los convenios tales como los TLC (Tratados de Libre Comercio) y el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) refuerzan esta práctica. Pareciera que la región latinoamericana ha sido condenada a tener un yugo dominante a partir del siglo XV con la llegada de los conquistadores Europeos, para luego transferir su sumisión al poderío “Yankee”, potenciando el control e influencia de Estados Unidos sobre las decisiones de los estados, atentando de esta manera la soberanía e independencia de las naciones.
Como primer punto considero relevante analizar el fenómeno de dependencia comercial de América Latina con el extranjero.  “La dependencia de América Latina del extranjero, ya sea de Europa, los EE. UU. O la antigua Unión Soviética, es una de las constantes en la historia y en la actualidad económica y política del subcontinente”[1]  Uno de los más notables resultados de esta relación de “intercambio” económico, es el protagonismo que las grandes empresas multinacionales han tomado en las economías de los países latinoamericanos. Obviamente, los monstruos del sistema capitalista han sido los principales beneficiarios.       
    El escritor norteamericano Dennis Heyck menciona en su libro Tradición y Cambio, el hecho que aunque el papel del neoliberalismo “aboga por aumentar y variar la producción, reducir el papel del estado, ampliar el del sector privado y promover el libre comercio, entre otros, las economías latinoamericanas siguen siendo fundamentalmente extractivas, o sea de exportación.”[2] Sin embargo, podemos ver que es otra realidad  la que se representa en la práctica. Las buenas intenciones del modelo capitalista quedan simplemente plasmadas en papel. Por ejemplo en El Salvador, el TLC con Estados Unidos fue firmado bajo la presidencia de Antonio Saca en el 2005, con el argumento que Estados Unidos compraría los principales productos de exportación de El Salvador. Pocos años después de la firma, las grandes proezas de esta relación se transformaron en una pesadilla comercial para los micros y medianos empresarios salvadoreños. Aspectos como la competencia desleal o la incapacidad de la misma en el mercado han generado descontento en la población, que muchas veces se siente impotente al ser víctimas de los efectos de la globalización y la expansión de las empresas multinacionales.  En México, por ejemplo, el ALCA que pretendía generar más fuentes de trabajo en el país, ha tenido un efecto contraproducente. “La banca nacional mexicana ha venido perdiendo terreno llegando al punto de que los bancos internacionales controlan más del 75% del valor de la banca”[3] Por si fuese poco, como bono extra en muchos casos los tratados comerciales o la simple presencia de multinacionales significa un deterioro ambiental, debido a la apropiación y la explotación de los recursos naturales.


       Como consecuencia  al fenómeno anteriormente mencionado, existe una  situación realmente alarmante, que la mayoría de las veces se queda fuera del ojo público, la crítica social y la regulación gubernamental, como lo es  la presencia de las compañías  multinacionales en la región latinoamericana.  En años recientes, el mercado comercial latinoamericano le ha dado la bienvenida a un número creciente de compañías que están interesadas  en invertir a toda costa en la región. Personalmente,  considero importante  analizar esta situación  desde un enfoque que  tome en consideración  los efectos de estas  inversiones.  Mi  percepción de la problemática está  orientada  en dos vertientes: la primera establece los beneficios para el desarrollo de la economía de los países en la región por medio de la inversión de las multinacionales, y la segunda, paralelamente resalta las consecuencias negativas que dichas compañías tienen en las diferentes áreas. La balanza de contrapeso  entre  las ganancias y las perdidas es una característica inherente de esta relación comercial que está cercanamente ligada a la operatividad del poderío de las multinacionales en los países subdesarrollados; países que tienen gran potencial en recursos naturales y humanos.
Dicho fenómeno genera una problemática aún más compleja en la región latinoamericana, la cual se refiere a la explotación de los recursos  naturales y humanos, el cual es un fenómeno que influencia directamente la economía, política,  sociedad y el  medio ambiente de los territorios base de las multinacionales. La región latinoamericana posee una variedad de recursos naturales y materia prima en la producción de diferentes industrias, la agrícola, la textil, entre otros; así como los recursos humanos. Por ende, la región ha estado en la mira de los inversionistas con el interés de obtener ganancias exorbitantes aprovechando las condiciones muchas veces precarias de algunos países de la región. Consecuentemente, el análisis de este fenómeno está motivado por la situación actual que existe en mi país, El Salvador, similarmente como en el resto de los países latinoamericanos. En un plano más humanista y crítico, es necesario develar condiciones inimaginables de injusticia cometidas en nombre del capitalismo y la globalización, situaciones que son muchas veces ignoradas y que ni aspiran más allá de ser simplemente un titular de los medios de comunicación y menos a ser objeto de análisis a la regulación legislativa de los países. Con la eminente globalización afectando las economías de cada país del mundo, la brecha entre países ricos y países pobres se hace más grande cada día y el juego entre los países productores y los países consumidores se fortalece. Indudablemente, este escenario no es para nada favorable, pero pareciese que Latinoamérica sigue buscando alianzas con los países del bloque dominante.  Sin darnos cuenta, muchas personas en estos momentos están siendo explotadas para crear nuestros artículos, nuestra tecnología, nuestra vestimenta, nuestras vanidades y superficialidades. Mi crítica no va orientada en juzgar al sistema, porque el sistema ya está establecido, procesado y adaptado por nuestras mentes, sin embargo es importante denotar conciencia, autocritica y mesura ante la horrible realidad que muchas personas sufren en nuestros países de la región, así como en otras partes del mundo, simplemente para ser capaces de subsistir con una paga insignificante. De igual manera, es importante no excedernos en nuestras concepciones al respecto de las multinacionales y demonizar sus acciones. El punto clave es encontrar un balance que favorezca a todas las partes de una manera justa y humana.
En esta línea de ideas, considero que la inversión de las compañías internacionales tiene su cierto matiz positivo, por ejemplo: “El Salvador, Honduras y Nicaragua, los cuales en el 2012 tenían una deuda externa de $ 12.95 m (CIA 2013) , $ 4,782 m ( (EFE 2013), $ 4,073 m (Factbook 2013) respectivamente, mejoraron sus economías debido al operatividad de compañías multinacionales en sus territorios”[4]. En este contexto se puede apreciar uno de los beneficios de la inversión multinacional; la contribución que hacen para lograr mantener un desarrollo sostenible en los países que basan su economía en la exportación, el turismo y la producción agrícola, como lo es en el caso de la mayoría de los países de Latinoamérica.
El escenario del modelo capitalista de las multinacionales es complejo con respecto a las repercusiones que causa y los análisis de los expertos al respecto son diversos. Es común encontrar posiciones a favor y posiciones en contra cuando se pone al escrutinio público la incorporación de compañías internacionales a un país.  Para tener una idea más clara, “las compañías multinacionales representan un 70% del comercio mundial”[5]. Una de estas compañías es Wal-Mart, considerado un icono en el capitalismo. Su presencia en los países ha generado especulaciones acerca de su Modus Operandi, a pesar que crea empleos, de igual manera  este gigante capitalista no permite a pequeños ni medianos empresarios competir con ellos, por lo que se ven forzados a cerrar sus negocios y es aquí donde se crea el espiral de desempleo. En relación con el cuidado ambiental, Wal-Mart es en teoría uno de las pocas compañías que se comprometen para proteger el ambiente, enfocándose en acciones tales como la conservación de la energía, del agua, el reducir, reusar y reciclar sus desperdicios, al igual que venden productos que son amigables al medio ambiente. Sin embargo, Wal-Mart solo es un grano de arena y es una realidad que la mayoría de estas compañías no tienen ningún tipo de interés en contribuir al desarrollo de los países y su única intención es incrementar sus ingresos a toda costa.
Cabe resaltar la importancia del termino Sustentabilidad económica ambiental dentro de este juego. Con el incremento del poder del ser humano sobre la naturaleza y la aparición de nuevas y constantes necesidades del hombre como resultado de vivir en sociedades, el medio ambiente se ve afectado con su creciente deterioro. Muchos podrían hallar el análisis del medio ambiente y su condición fuera de  lugar cuando de economía, desarrollo y globalización se trata, sin embargo, existen varios parámetros que demuestran su directa relación con tales procesos. Debido a que la mayoría de las sociedades latinoamericanas han adoptado una mentalidad consumista es importante reconocer y entender la importancia de la relación entre nuestros hábitos consumistas y el impacto que ellos tienen sobre el medio ambiente. Existe la necesidad de concientizarnos acerca de cómo nuestras acciones individuales y colectivas pueden acentuar los problemas ambientales o, señalar la manera de poder resolverlos. El consumo sostenible es referido a una conciencia de un uso más adecuado y mesurado de todos los recursos que nos ofrece el medio, pensando en que las futuras generaciones poseen el mismo derecho de disfrutar de los recursos. Al referirnos a la sustentabilidad económica ambiental tomamos en consideración el manejo eficiente y racional de los bienes y servicios generados por los recursos naturales. En este sentido existe un largo camino por recorrer, los acontecimientos naturales actuales no reflejan un buen manejo de recursos, conciencia ambiental, ni mucho menos la interesa por mejorar, debido a que en un modelo donde el único objetivo es la producción y la generación de ingresos que mejoren el capital económico de los inversionistas o de la elite pudiente, un ética verde, una ética de conciencia ambiental queda totalmente al margen. La situación es alarmante y a raíz de ello me formulo muchas interrogantes, tales como: ¿Por qué es tan difícil logra un desarrollo sostenible que respete al medio ambiente y sus recursos? ¿Cómo lograr cumplir los desafíos que arroja la sustentabilidad ambiental? ¿Cómo contribuir individualmente y colectivamente al desarrollo sostenible pro ambiental? La internalización de estas interrogantes debería generar un entendimiento introductorio que facilite adoptar una ética ambiental en los procesos económicos en nuestros países. Otro de los aspectos a considerar dentro de este juego sucio es la manera en que las transnacionales emplean a sus trabajadores con contratos que disfrazan un eminente fraude y explotación. Condiciones que son obviadas por las personas debido a la necesidad de empleo, falta de educación, y el desconocimiento de sus derechos. El ejemplo ideal de este tipo de explotación y la violación de los derechos humanos y laborales es la industria de las maquilas. Las maquilas son caracterizadas por la explotación mayormente de las mujeres que se encuentran en una situación de vulnerabilidad debido a altos niveles de pobreza y violencia que afecta la región. Actualmente, “en la región centroamericana se han establecido por lo menos 863 maquilas, de las cuales un 39% están localizados en El Salvador”[6]. Por ejemplo un trabajador en Honduras gana cinco centavos la hora, o en El Salvador, los trabajadores textiles reciben solamente $0.08 por cada camisa de $25.00 que las marcas Adidas, Puma o Reebok venden”[7].En mi estadía en los Estados Unidos, por ejemplo, pude apreciar que la mayoría de los artículos que se venden en las tiendas no son producidos en ese país. De hecho, en muchos de los casos, la gran mayoría de los artículos que adquirí durante ese periodo eran etiquetados como Hecho en El Salvador, Honduras, Nicaragua, Perú, Chile, países de Oceanía y del Este de Asia. La situación es grave; las condiciones infrahumanas a las que estos trabajadores son sometidos van desde un mal salario, explotación laboral, violación de derechos hasta el encierro en áreas reducidas, ingesta de agua contaminada, y la excesiva humillación por los supervisores.
Al profundizar en el análisis de este fenómeno, podría decir que no hay área alguna que no se vea influenciada por estas imposiciones de un sistema global.  Los cambios económicos alteran las disposiciones de una sociedad, su forma de pensar, prioridades, ideología general, modifica hábitos de consumo. Somos consumistas directos o indirectos, adquirimos productos sin necesitarlos, no diferenciamos entre necesidades urgentes y simples caprichos o vanidades. El siglo XXI nos hizo evolucionar a una era tecnológica, una era de oportunidades y desarrollo, pero que requiere actualizaciones periódicas que cada vez se acortan más y de las cuales depende la utilidad del producto. El modelo de IPhone 4, fue rápidamente remplazado por el modelo 5; la computadora del año 2010 ya no es útil cuatro años después. Somos el resultado de los cambios en el sistema, nacimos con la tecnología, heredamos sus caprichos; somos la generación del consumismo. Irónicamente, nos  hacemos llamar países subdesarrollados, pero ostentamos niveles de consumo mayores que nuestra capacidad adquisitiva en comparación a los países industrializados. Nos hemos declarado en crisis económica, donde la obtención de los productos de la canasta básica se nos dificulta, somos los países del caos, la pobreza, los países con mayores índices de criminalidad, somos subdesarrollados, pero alucinamos niveles de vida insostenibles. No alcanza nuestro presupuesto para las mensualidades de nuestra educación, pero si para el enriquecimiento de las compañías telefónicas. En este contexto ¿A que realmente etiquetamos como subdesarrollado, a una nación o a su gente, al nivel económico o al nivel cultural?
Otro ejemplo, lo podemos ver reflejado en el flujo de las migraciones que desde luego siempre han estado presente en la historia de la humanidad, a través de los diferentes periodos, pero en lo que concierne a Latinoamérica y los Estados Unidos las cifras solo han ido en aumento. La globalización nos abre puertas a nuevas oportunidades, construye puentes a nuevas tierras para facilitar nuestra búsqueda de nuevas y mejores oportunidades. Latinoamérica pareciese ver días muy oscuros, con crisis de narcotráfico, violencia, pobreza, escándalos políticos, analfabetismo, entre otros. Por esta razón existe el término idealizado, como lo es “El sueño americano”. El padre de familia de los hogares salvadoreños emigra para sacar de la miseria a su familia, a pesar de sufrir explotación, humillación o racismo. Los resultados de estas migraciones se traducen en remesas. Las remesas familiares se han transformado en un ingrediente indispensable para la economía salvadoreña. Dichas remesas mayormente provenientes del Estados Unidos son en la actualidad un buen porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) salvadoreña. Sin embargo, estas han evolucionado a través de los años, pasando de ser modos de adquisición de los productos de la canasta básica, a la utilización de estos para la adquisición de terrenos o productos electrodomésticos.
   Hablar de globalización no solamente se ha limitado a aspectos  políticos o económicos y sus repercusiones en las relaciones comerciales entre naciones, pero  de igual  y quizá de manera más impactante la globalización afecta los órdenes sociales y los rasgos culturales de las personas. Es muy palpable apreciar estos rasgos de   trasvases culturales en nuestra sociedad salvadoreña. 


Como parte de la juventud salvadoreña  atestiguo esta realidad día tras día.  Por ejemplo, las modas  de vestuario de los jóvenes están fuertemente influenciadas   por las modas en los Estados Unidos,  los Punk, Emos, Hipsters, los estilos Preppy Casual, etc.  En la forma de alimentación, pasamos de  tomar los alimentos en la mesa con nuestros familiares a  pedir un combo de hamburguesas, papas y bebidas carbonatas en Burger King,  McDonald’s o Wendy’s. Adoptamos extranjerismos, como Hello, Okay, Ciao, Buon Apetit, entre otros. Escuchamos  música Country, Pop, Rock, Reggaetón y menospreciamos lo nuestro. De igual forma pasa en las diferentes disciplinas del arte, tecnología, educación, y conocimiento. Todos los rasgos anteriormente descritos aportan a la cultura nacional, la redefinen y moldean para su inmersión al sistema Global capitalista.
En  síntesis, los Estados Unidos juegan un papel muy importante en los sistemas económicos de Latinoamérica, al igual que los países latinoamericanos contribuyen grandemente a la consolidación de los Estados Unidos como potencia global. La relación agridulce que ambos territorios han tenido a través de los siglos refleja la dependencia mutua en aspectos comerciales, así también como en aspectos socioculturales y políticos entre ambos mundos. Las transnacionales como medios de expansión del capitalismo al jugar un papel determinante en los procesos económicos, políticos y sociales de un país generan simultáneamente beneficios e impactos negativos que crean puntos de vistas variados tanto por expertos como la sociedad en general. Adicionalmente, el impacto que los territorios bases de las transnacionales tienen en el proceso de extracción-producción-distribución[8] esta meramente relacionada con la explotación laboral de las personas en las fábricas, esto teniendo un impacto negativo en la sociedad. De igual manera, el medio ambiente, a través de la explotación de recursos naturales se ve grandemente afectado por este juego.




[1]Denis Lynn Daly., Daly Heyck, and Maria Victoria Gonzalez. Pagani. Tradición Y Cambio: Lecturas Sobre La Cultura Latinoamericana Contemporánea. 3rd ed. Boston, MA: McGraw-Hill, 1997. Print.
[2] <IBID>
[3]González, Juan. Harvest of Empire (Revised edition) A History of Latinos in America. United States: Penguin Books. 2011. Print.
[4] Central Law. "Central Law." May 21, 2013.
[5] Rajesh Makwana. "Share The World's Resources." February 2006.
[6] Rights, Institute for Global Labour and Human. "Institute for Global Labour and Human Rights." January 24, 2011
[7]<IBID>.
[8] Leonard, A. (2010). The Story of Stuff. New York: Free Press.

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