Me he dado cuenta que he
vivido poco o quizás lo suficiente para saber algo de la vida. A lo largo de
esta, he podido saborear una serie de experiencias que me han acompañado en la
búsqueda de mi propósito y significado. Debo mencionar la vergüenza que me da
al haber pensado alguna vez que había tratado muchas veces de salir de donde me
encontraba, cuando ni siquiera había dado el primer paso; al pensar que nada
más importaba cuando no me había dignado a valorar mi ser.
Sentirse perdido en las
sombras, sentirse abandonado en el vació, sentirse ubicado al margen de la vida
o simplemente sentirse olvidado en el ayer duele. Pero esto bajo ninguna
circunstancia debe borrar la esencia y la esperanza de un mejor mañana. Ya que
perder la batalla sin siquiera reconocer el campo es la viva idea y filosofía
del cobarde.
A veces es muy difícil seguir cuando una guerra no te da
ninguna victoria, pero en el fondo debo tener la satisfacción de que se
intentó. El mundo donde vivo no es exactamente el mundo donde quisiera vivir,
pero tengo mucho o nada que hacer y eso ya lo he decidido.
No tengo que limitarme a
ver mi realidad con sus impedimentos; al
contrario debo crear un ambiente donde
mis debilidades luego sean mis fortalezas, los amargos momentos en la vida mis
experiencias; un ambiente donde mi ingenuidad de joven será sabiduría en el
mañana, en los que los engaños a los que me he enfrentado no se conviertan en
rencores perjudiciales, más bien en lecciones de vida; donde mi familia, amigos
y fe sean un campo donde florezcan los más puros sentimientos en la vida.
Simplemente tengo que
adoptar la aptitud. “Lo importante no es solamente dar un paso, sino dejar
huella”. Hay una fuerza más poderosa que las que se conocen; una que desde
nuestro interior nace para moldear el exterior convulsionado y que podría
significar el cambio de nuestras vidas. Voluntad. No es simplemente una
habilidad que como seres humanos nos permite avanzar o crecer, va más allá de
dar un paso y llegar para después no continuar. Es una virtud, un valor y hasta
un don que puede cambiar el rumbo del planeta. Aunque no es solamente entender
este principio, más bien adoptarlo, vivenciarlo y explotarlo.
He pensado que
simplemente es cuestión de voluntad, que
el vivir es una batalla donde tienes que vencer los obstáculos que te impidan
llegar a tu meta, donde “la voluntad es la punta de la lanza del éxito” y “la
gran victoria que hoy parece fácil es el resultado de pequeñas victorias que
quizás pasaron desapercibidas”.
Pero ¿Cómo empezar a
recorrer el camino? Si, armándote de los instrumentos necesarios: Dios, amor,
fe, esperanza, metas y la fuerza de la voluntad.
La voluntad
es querer vivir, tener objetivos, buscar la libertad, formar una unión con
nuestro ser, no tener miedo los fracasos,
es trabajo con esfuerzo, amor al deber, y una pisca de dinamismo. ¿Cómo
avanzaré si me limito a lo que conozco?
¿Cómo creceré si me impido aprender? La voluntad es lo que abre las puertas a
lo que por miedo desconocemos. A veces el miedo nos paraliza, pero al vencerlo
se avanza. El miedo no es una opción, el miedo al fracaso convierte todo eso
que añoramos en imposible, cuando por dentro sepamos que se puede lograr. ¿Cómo
esperar resultados diferentes si nos limitamos a utilizar las mismas técnicas?
A veces no
creemos porque no vemos, y no avanzamos por miedo a errar. Tomar el camino
correcto depende de mí, solo yo puedo descubrir mis anhelos. El hecho de
escoger un camino significa abandonar otros, responsabilizarme de mi, mi
camino, mis decisiones, las consecuencias, es lo que debo hacer.
Las
personas creemos que no hay un porqué de nuestra existencia, que solamente
estamos en un proceso de transición, donde no hay nada de nosotros que dar. No
se trata de cosechar lo que otro ya ha sembrado; sino sembrar y agradecer por
la cosecha. La voluntad necesita motivación, entre mayor motivación se le
ponga, todo aprendizaje será más fácil de adquirirlo.
Ahora sé
que la voluntad en mí, tiene que ser firme, no debo
detenerme hasta saber que llegue, no rendirme por el hecho de perder una
batalla cuando se tiene una guerra que conquistar. Hay que hacerlo divertido,
con entusiasmo, hay que vivir, no creer que vivimos.
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