Mis batallas

Hoy como ayer y como los más de diez ayeres, luché por mi vida. No de forma literal o figurada, sino de esas luchas que realiza el alma. Fue brutal y casi pierdo batalla. Déjame y te cuento como gane otra batalla del ayer, ahora y mañana y quizá para cuando termines de leerme, tu también ganes otra batalla.
Toda batalla se libra contra un enemigo; uno al que debemos debilitar y en última instancia derrotar. He leído muchas estrategias de cómo derrotar a tus enemigos; manuales, charlas y guías. Ninguna hasta el momento me dio la estrategia perfecta para vencerlo. Todos te enseñan cómo derrotar al otro, pero te pregunto y posiblemente tú si me puedas dar una respuesta. ¿Qué pasa cuando tú eres tu propio enemigo?
Para que te prepares mejor, permíteme dividirte mi lucha en los monstruos que vencí. Las versiones de miedo que lees en los cuentos son caricaturas adorables al ponerla en el tablero de los monstruos de mis cuentos.
Si yo te contara que en los últimos meses sentí haber muerto más de dos docenas de veces. A todas ellas sobreviví. El primer monstruo que conocí y que destruyó mi seguridad fue Don Desconfianza. Este monstruo uso mis amigos y seres queridos y los puso contra mi, cargaba unos pinceles y pintaba el agua de vivo y el vino de agua y una vez las tiño de algo dañino.
Don Insomnio fue más lento pero efectivo. Cada noche removía el manto que cubría mi sueños y me hacía estar en vela incluso sin motivo.
Doña Ansiedad aprovechaba los ataque de don Insomnio y me hacía serrín que donde estaba estaba perdido. Siempre confabulaba con doña Angustia y atacaban al unísono a mi tranquilidad.
Don pánico fue agresivo y jugaba con mi mente como hechizo cual lanzado para atormentar al
Afligido. Don pánico fue cruel, abusivo, bárbaro y nunca me daba tregua aunque me viera tendido.
Vino la caballeriza fuerte y en ataque final querían someterme, Don Engaño jugó con mi mente y quiso despersonalizar mis sentidos, pero la barricada fue fuerte y me mantuve erguido. Su otro ataque vino con espejos de realidades confusas en los cuales todos los monstruos aprovechaban a atacar cuando más vulnerable me sentía.
Muchas luchas fueron campales, pero siempre doble rodilla y mis monstruos cada vez fueron menos agresivos y ahora me dan risa. No es el fin de la guerra, porque pueda que más de alguno aparezca, pero con los refuerzos y aliados que he conseguido, dudo que el TOC pueda conmigo.

Comentarios

  1. Muy interesante y en parte identificado con esta nota, a veces solo nosotros sabemos como libramos nuestras batallas. Un saludo Mr.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario