Querido lector,
Desean y deseo, dos
caras de la misma moneda. Jugarreta del destino fue tu llegada y plan de la
desgracia tu retiro. A meses de la partida aún fingimos estar vivos. Sin
embargo, corto fue el amor y Neruda dijo que largo es el olvido.
Pasamos de noches de
gritos en palabras en mayúscula a momentos forzados y ahogados en silencio.
Tres holas y más puntos suspensivos deleitan la monotonía de la indiferencia.
Ya no se cuenta la historia que duraba horas en conversaciones vanas. Ahora sobran excusas para no contestar el sonido de la llamada. Detrás de la pantalla escucho un suspiro de cansancio y tus dedos teclean otra respuesta obligada. Ya no somos ni media de nada. Dejaste de ser compañía sin goce de buenos días en las mañanas.
¿Qué manual te enseña
el olvido? No es el mismo que me dictó que te amaba. Ahora somo susurros de
almas perdidas. Ya no te digo te amo porque esa frase ahora esta prohibida. Sin
cera y sin remiendo me vendes la alfarería. Con decepcionante pena confieso que
el mal menos frívolo de tu parte son las mentiras.
Hasta otra nota,
Diálogos de Almohada.
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